Tengo miedo de que se me acabe la inspiración...

Personalmente, tengo breves (la media es como de una semana) lapsos de inspiración y productividad casi cada mes; lapsos en los cuales me emociono por hacer cosas y planeo y planeo y planeo y tengo todo listo para comenzar y luego... pasa la semana y ya no quiero hacer nada de nuevo y mejor me quiero hacer bolita en medio de mi cama durante todo el día.

Pero como soy bien lista (jeje) aprendí a cazar estos momentos, aprovecharlos para dar baby steps e incluso hacerlos durar más de una semana.

Esto fue (y es) un trabajo difícil de hacer para mí, primero: porque soy una de las personas más impacientes del mundo; y segundo: porque me tomó casi dos años aprenderme a mí misma, entenderme e intentar aceptar que así es como funciono y que de hecho, si no me gusta, puedo cambiar... pero exigirme a mí misma cambiar de un día para otro era una insensatez. Y lo digo porque varias veces lo hice y lo único que logré es deprimirme porque no lograba cambiar TODO SOBRE MÍ para poder darme gusto de ser la persona que en mi mente quería ser.

Era la persona que más presión ponía sobre mí, y al mismo tiempo, la que más me compadecía.

Y bueno, de aquí nace mi miedo... No de que estos momentos lleguen, si no de cuando se van y no los aproveché, porque puedo ser muy dura conmigo misma y me puedo hacer sentir mucho peor de lo que cualquier otra persona podría hacerme sentir. He visto irse y llegar de nuevo estos momentos muchas veces y muchas veces los he dejado pasar y los he saludado desde lejos sólo para después deprimirme y reprocharme que soy una perdedora y esto no sólo significa que ya perdí otro mes; significa que las siguientes dos semanas estaría levantándome sintiéndome completamente miserable, sin energía, esperando el momento de regresar a la cama para poder compadecerme más de mí y llorar... y llorar... y llorar.

Fun Fact: La idea de este blog nació de uno de esos momentos, hace más de dos años... y el blog a penas hace unas semanas.

Lo primero fue entender que la motivación no lleva a la acción, si no todo lo contrario.

En el momento en el que haces algo que quieres hacer y ves reflejado en ti el sentimiento de satisfacción por haberlo hecho al fin, es cuando te das cuenta de que SÍ pudiste hacerlo, que NO estuvo tan difícil y que QUIERES hacerlo de nuevo y entonces nace la motivación para continuar.

Lo segundo fue identificar cómo me sentía en estos momentos; creativa, despejada, decidida, alegre y con energía.

Y lo tercero fue establecer una rutina para estos momentos y estas emociones en específico. Una rutina en la cual me consintiera completamente (en lugar de exigirme como loca) y me sintiera cómoda conmigo misma para lograr mantener mi buen humor y aprovecharlo para trabajar en este estado de bienestar.

Todo funciona, desde mascarillas y exfoliaciones, hasta comer algo que te haga sentir bien y tomar agua.

En lo personal, me gusta limpiar y lavar mi ropa, porque eso hace que mi ambiente se sienta tan despejado como mi mente; comer bien y hacer algo de ejercicio (porque es lo que más trabajo me cuesta hacer regularmente y lo que más necesito para mantener la energía), ponerme alguna mascarilla o exfoliar mi piel (esto es para la alegría :), escucho la música que más me inspira y lo más importante, ME PONGO A TRABAJAR, a escribir y a planear, me preparo un café o un té bien caliente, abro mi agenda y me ordeno.

Nada de esto está establecido ni escrito en piedra, claro. Las rutinas pueden cambiar, mi humor también y, obviamente, las situaciones son variantes. Pero algo que sí es constante, es que de una u otra manera saber esto y conocer esta parte mía me hace más fácil "esperar" con los brazos abiertos estos días de creatividad y mantenerlos bien cuidados hasta que me doy cuenta que se han ido...

Estoy feliz porque este "momento" ya me duró casi un mes y cada que vuelvo a escribir, se refresca.

Así que agarra tu taza preferida, ponle un poco de la bebida que más te guste, dale play a una rocking ass playlist y déjate fluir.