No me reconozco.
- Susana
- 23 sept 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 26 dic 2022
No voy a negar que escondí vaaarios de los posts anteriores porque, hijoles... qué cringe me causé a mí misma; y no quiere decir que los que dejé no me hagan retorcerme, pero puede que tengan ideas rescatables acerca del cambio y el crecimiento y un par de cosas utilizables escondidas entre un montón de ideas desordenadas, mal escritas y mal explicadas... no me voy a juzgar, eran otros tiempos y era otra yo.
A decir verdad, no me reconozco.
Escribía con mucha convicción, parecía que sentía que había descifrado los cheat codes de la vida y que estaba tan segura de los procesos, que nada me iba a tomar por sorpresa. Y justamente no fue sorpresa para nadie más que para mí cuando mi vida cambio por completo y yo no supe cómo manejarlo. Fui un venado a media carretera, lampareado por las luces de un tráiler que va directo hacia él a toda velocidad. Mi vida, mi cuerpo, mi pelo, la manera en la que sonrío... todo dio un giro y yo soy otra. Soy alguien que le habría puesto los ojos en blanco a la yo del 2017.
No quiero decir que esa Susana estaba mal, al contrario, tenía optimismo y un grado de aceptación que ya no poseo; aceptaba cambios, aceptaba nuevas experiencias y nuevas personas y hacía un mejor trabajo en aceptarse a ella misma... pero también aceptaba cargar con problemas ajenos a los suyos, con culpas que no le pertenecían y límites que sobrepasaban los de ella.
Y tampoco estoy diciendo que la yo del presente está viviendo su vida de la manera más errónea (que es debatible), hago mi mejor esfuerzo por ser una mejor persona, más pegada al cemento (y a la terapia) y trato de enfocarme en mí más de lo que me enfoco en los demás (que también es debatible); pero también me voy dando cuenta de lo romántica que puedo llegar a ser cuando estoy feliz, y lo cínica que soy cuando no. Siento que he desaprendido muchas cosas que sentía que ya tenía dominadas, que muchas de las preguntas que ya me había respondido volvieron a quedar en incógnita y que mucha de la seguridad que había desarrollado desapareció con los más de treinta centímetros de cabello que me corté.
Evidencia.
Bueno, como sea. No me tomé doce horas de mi vida remodelando este blog para explicarles las mil y un maneras en las que pude o podría hacerlo mejor. Sólo quiero aprender, una vez más, a expresarme sin miedo.
Realmente no le quiero poner presión a esto... nada más quiero tener dónde escribir, que esté ordenado, que sea publico -para trabajar con mi ansiedad creativa-, y que esté disponible para compartir con quien quiera leer(me) sin estar limitada a cierto número de caracteres.
Muy seguramente habrá posts más introspectivos de lo que necesitan ser acerca de problemas medio superflúos, algún texto cursi para la soledad o un poema que inspiró una situación que no es mía o alguien que ni siquiera piensa en mí. Si llegaste hasta aquí, no tienes permiso de juzgarme (por lo menos no si existe la posibilidad de que me de cuenta... porque lloro).
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